El
gran engaño de las Artes Marciales
Cuando era pequeño, muy pequeño,
veía las películas de Bruce Lee y otros chinos (entonces para nosotros solo
existían los chinos) y con la boca abierta todavía, bajaba a la calle y como el
resto de mis amigos de infancia, todos queríamos ser “el chino bueno”. Nos poníamos a dar patadas sin fundamento a arboles
y hojas de periódicos en el mejor de los casos. La mayoría de las veces, uno u
otro se iba a su casa llorando.
Éramos karatecas en potencia
Cuando tuve edad de pedir y que se
me concediese, mi mayor ilusión era “apuntarme” a un gimnasio de Artes
marciales y aprender alguna de las disciplinas milenarias que en ellos se
enseñaba. Pedí presupuesto en varios gimnasios y…me apunte al más barato, cosas
de las economías familiares. Coincidió que en el más barato, encontré a un
hombre noble, sincero, con esa capacidad de enseñar y motivar que solo unos
pocos poseen. Ese hombre fue, es y será mi Maestro.
Mi maestro creía firmemente en lo que hacía y enseñaba y
así nos lo transmitió a todos sus alumnos.
Algunos de esos alumnos,
ilusionados en emular al Maestro y esparcir la semilla de nuestra disciplina,
entrenamos muy duro, competimos, nos formamos, hicimos entrenamientos que
parecían las pruebas de acceso a un cuerpo de élite, superamos los
requerimientos de cinturón negro, sacamos títulos de árbitros, de entrenadores,
hicimos cursos específicos, seguimos
formándonos en otras variables para ofrecer a los alumnos la mejor enseñanza
posible del Arte Marcial elegido…en definitiva, vivíamos para y por nuestra
disciplina.
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| Juan Carlos Iº y Constantino de Grecia |
A partir de aquí, hablare en
primera persona, ya que son mis vivencias tal y como yo las he vivido y las
vivo en el día de hoy.
Un día, hace ya mucho, me di cuenta
de que el Gran Maestro Oriental que nos hizo el favor de traer su sabiduría y
conocimientos a occidente, estaba cojo de varias patas.
La primera vez que me di cuenta fue
durante una exhibición y posterior entrenamiento en el gimnasio de uno de los
orientales que se había establecido en la ciudad donde vivo y que traía consigo
la verdadera esencia del Arte Marcial, o al menos eso predicaba. Este señor, en
aquel entonces era seleccionador regional y campeón del mundo (como todos los
de su raza en aquel entonces y que ninguno sale en los libros de historia.
Comprobado), yo era competidor y tenía la “gran suerte” de estar a sus órdenes.
Al llegar a su gimnasio y tal como me había enseñado mi Maestro, me acerque y
le salude a la manera oriental, agachando la cabeza en un acto de respeto hacia
el “Gran Maestro” su respuesta fue girarse y marcharse sin siquiera abrir la
boca.
Me quedé helado
Este fue el primero de muchos de
esos desplantes por parte de este y otros grandes maestros diseminados a lo
largo y ancho del territorio nacional y ¡eran los “verdaderos y nativos”
maestros que nos iban a enseñar su disciplina!
Segundo round; el presidente de la
federación territorial donde tengo la suerte de vivir, también era “verdadero y
nativo” hasta el punto de que permaneció en el poder durante casi el mismo
tiempo que vuestro caudillo; 35 años de dictadura oriental con la connivencia
de muchos occidentales. Como si fuera su huerto particular, el “Gran Maestro
Presidente” plantaba y desplantaba cargos a su antojo, convocaba a los
campeonatos nacionales a aquellos, que según el estaban mejor preparados, ósea,
los de su club y los de sus acólitos, mandaba cartas amenazantes a los que
pretendíamos hacer las cosas de una manera más igualitaria o, incluso,
utilizaba a alumnos-lacayo para amenazar e increpar a otros entrenadores. Un
ejemplo más de los beneficios del entrenamiento en Artes Marciales.
También entre entrenadores están
muy presentes los valores marciales, concretamente el valor del dinero y de los
puestos directivos. He conocido a muchos que por un puesto de director técnico
o de tribunal de exámenes, han vendido su alma al diablo (en este caso el
diablo tenía los ojos rasgados y era presidente de la federación territorial) y
luego justifican sus Danes con el trabajo a
favor de la federación y clubs. En fin…
Con esto quiero decir que la
corrupción y el arte del engaño y la manipulación, no es exclusiva de ninguna
raza o género, es universal y cada cual se sube al carro o no dependiendo del
cáliz moral del que beba en su día a día. No se me vaya a tildar ahora de
racista, que decir obviedades no es políticamente correcto y daña los oídos de
algunos estomago-agradecidos.
A todo esto, aunque cada vez soy
más consciente de que los valores que me enseño mi Maestro escasean en las
Artes Marciales, también me voy haciendo
consciente de que esto mismo pasa en los demás deportes. Apropiación indebida,
cobros ilegales, deportistas juzgados por desvío de capitales, dirigentes
investigados y encarcelados…un no parar de virtudes y virtuosos.
En los últimos tiempos, me doy
cuenta de que el dicho de “año nuevo vida nueva” o el de “pasado, pisado”
tampoco están muy actualizados. Los dirigentes del ayer son reencarnados en los
dirigentes del hoy. Estamentos en los que “estas conmigo o contra mí” están a
la orden del día y esto causa un miedo paralizador a muchas de las buenas
gentes (que las hay) alrededor de las Artes Marciales.
Estas mismas buenas gentes, tienen la cabeza metida
en un agujero, cómo las avestruces, esperando que pase el temporal y todo siga
oliendo a la misma mierda de siempre, que es el olor conocido y por lo tanto,
el que menos miedo da.
Muchos entrenadores de este tipo,
siguiendo el modelo marcial, enseñan valores como el respeto (confundido muchas
veces con la sumisión), la disciplina, el esfuerzo, la constancia… todos ellos
muy válidos y de moda, sin embargo, a la hora de tomar decisiones y
posicionarse desde el corazón y con conciencia, se suben al carro del “por si
acaso” y se quedan metidos en su guarida, donde nadie les pueda ver y mucho
menos señalar, con lo cual, valores como solidaridad, compromiso o nobleza, se
caen de sus agendas diarias y por lo tanto, de las de sus alumnos.
Pudiera parecer esto una crítica a
este colectivo de buenas personas que se dejan la piel en enseñar y salir
adelante, pero nada más lejos; es una reflexión personal en voz alta sin ánimo
de herir o despertar conciencias, que para eso, si se desea, hay otras formas.
Vivimos en una sociedad que vende y
compra resultados. Nos hemos subido al carro del “ganar manque pierda” y
estamos obnubilados en un proceso de hacer y tener; hacer campeones, hacer
cursos, hacer dinero, hacer campeonatos, tener dinero, hacer mejor que el vecino,
tener campeones, tener un buen coche… y nos olvidamos de la otra pata, de este
taburete que conforma la vida; Ser
El Ser es lo único que nos
diferencia del resto de animales, sin embargo, aunque exista este diferencial,
también somos animales y lo dejamos claro en cada momento. Cuanto más nos
acercamos al lado animal, más nos alejamos del Ser y al contrario; cuanto más
trabajas en tu Ser, más te acercas a la faceta humana y con ella, a todos esos
valores que tanto predicamos y tan poco ponemos en práctica.
Sobre el Ser hay mucho que hablar y
no me apetece hacerlo ahora, así que aquí os dejo esta reflexión personal por si alguien se ve reflejado o, por el
contrario, os veis en el lado avestruz, que tampoco está mal, aunque mientras
tienes la cabeza en el agujero, te pierdes sentir lo maravillosa que es la
libertad de decisión.
En definitiva, mi decepción es
directamente proporcional al grado de implicación en mi proyecto personal de
inculcar valores a través del deporte, lo cual puede parecer incongruente,
aunque no lo es si tenemos en cuenta que en nuestra Escuela se sigue aplicando
lo que me enseñó mi Maestro y a todos nuestros alumnos se los trata como
personas integras y capaces, valorando sus aptitudes y sus actitudes y
posicionándonos en una enseñanza del Win-Win, sin ocultar información para que cada uno tome
las decisiones que mejor se adapten a su persona.
Me voy a ver una película de chinos,
que al parecer es el único sitio donde siempre gana el bueno.
Hasta pronto.




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